domingo, 23 de mayo de 2010

Una propuesta seria para ahorrar gasto público y reducir el "peligro" político

No es que yo sea partidario acérrimo de ahorrar gasto público, pero me parece bien que las cuentas, las públicas y las privadas sean austeras. No olvidemos que las deudas, las mil y enrevesadas formas de deuda que el sistema ha inventado, para las personas, para las familias, para las empresas, para los estados.. son uno de los principales trucos para hacer cómplices. A veces activos, siempre, al menos, pasivos. Tú te endeudas y... tienes que tragar. Tú te hipotecas y la mente se te diluye.
El Estado (el sistema) tiene una multitud de gastos superfluos tan espectacular que sería sorprendente, si no fuera porque ya estamos hechxs a todo, que se atrevieran ni siquiera a mencionar la palabra ahorro. Desfachatez tras desfachatez terminamos por embotarnos.
Tampoco quiero que mi propuesta se interprete como un apoyo al sistema parlamentario, del que lo único bueno que se me ocurre decir es que a veces me hace reir, aunque sea con un cierto poso de dolor y amargura.
Sólo pretendo una pequeña contribución a la larga lista de otrxs "maneras" alternativas de afrontar la crisis: combatir el fraude fiscal, volver a centrar la fiscalidad en los impuestos directos progresivos, supresión del gasto militar, de la financiación a las iglesias, específicamente a la católica, recuperación del dinero destinado a "reflotar" las instituciones financieras... y un largo etcétera.
Vamos a la propuesta: Que cada partido tenga unx solx representante con tantos votos como votos haya obtenido o con tantos votos como representantes le hubieran correspondido. Mi interés actual por el sistema parlamentario no me lleva a dedicarle mucho tiempo al problema de la proporcionalidad, aunque me parece evidente que es una injusticia añadida... aunque secundaria.
Justifico mi propuesta argumentando que no se perdería absolutamente nada, ni siquiera desde la perspectiva del sistema. Al fin y al cabo todxs lxs representantes de un partido dicen lo mismo, sus variaciones de estilo discursivo son irrelevantes y, lo que es, según el propio sistema, sustancial, votan lo mismo. Así que ¿para qué queremos pagar unos centenares de diputadxs y todo el gasto añadido que eso lleva consigo?.
Podría argumentarse que la gente no les pondría rostro, que no se produciría la aparición continuada de nuevas "estrellas" mediáticas... pero siempre pueden inventarse otras artimañas para salir en los medios, sin necesidad de ser el o la representante de un partido. En realidad son ya los propios partidos quienes designan quiénes van a salir en los medios y a quiénes hay que convertir en "estrellas" mediáticas.
¿Qué ganaríamos? De entrada, un ahorro considerable de gasto superfluo. El presupuesto directo para las Cortes es de 230 millones de euros y, vamos a suponer, generosamente, que se necesitarían unos 30 millones con la fórmula aquí propuesta. Eso supondría un ahorro de 200 millones, que no es una cifra muy significativa salvo para el 95% de la población española.
Una ganancia añadida podría ser la mejora de la comunicación: un poco de higiene mental. Los actuales discursos, con aplausos, interrupciones, ruidos de fondo, comentarios "graciosos"... son tan manipulativos, tan incorrectos lingüísticamente y, lo que es peor, tan deprimentes que, supongo, la mente de lxs españolxs que los siguen, aunque sea a trocitos escogidos por su especial insignificancia, se vería más descansada, liberada de tan pesada carga... Una gran parte de lxs televidentes ha acabado por no saber el significado de la palabra diálogo y por entender que debatir es agredirse con cualquier medio que permita aplastar dialécticamente al adversario... con el inestimable concurso de los otros debates televisivos y los programas de cotilleo.
Una propuesta complementaria, que también supondría una contribución al ahorro, es que los debates no sean habitualmente verbales, sino escritos. Que se envíen entre sí, a los medios y a internet, sus argumentaciones y contraargumentaciones y que, para darle la inevitable solemnidad, sólo se junten para votar. Creo que al tener que escribir se esmerarían algo más, tanto en la sintaxis como en el léxico como, sobre todo, en los contenidos argumentales. Propondría que, necesariamente tuvieran que hacer un resumen breve, dos páginas, por ejemplo, a sabiendas de que eso es lo que se va a publicar.
No estaría de más que hubiera expertxs en manipulación que desentrañaran cuáles son las artimañas utilizadas en cada comunicación... y que éstxs tuvieran un buen acceso a la televisión pública... pero eso es claramente soñar sobre soñar.
Bueno, pues ahí queda eso: doscientos millones de ahorro e higiene mental colectiva, amén de una defensa del uso correcto de las lenguas y un posible aprendizaje masivo sobre defensas contra las manipulaciones.
Quiero creer que, dado que la clase política española se ha convertido según las encuestas en uno de los principales problemas para lxs españolxs, por encima del terrorismo, esta propuesta sería bien recibida e implicaría, además, importantes "beneficios colaterales" en este sentido.

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