viernes, 2 de enero de 2009

Días para quedarse en la cama

Hoy ha sido uno de esos días en los que, visto lo visto, uno piensa que hubiera sido mejor no levantarse, darse por enfermo y, declarándose en cuarentena, dedicarse a la lectura, al brasero/camilla y a pensar en las musarañas.
Me levanté temprano, para llevarle la autocaravana a Ricardo. La batería se había ido agotando (no la había desconectado la última vez) e intenté arrancarla con las pinzas. Estaba todavía oscuro y confundí una tuerca o algo así (de esto me di cuenta luego), con el signo más del polo positivo, pegó varios tremendos chispazos y los cables empezaron a echar humo. Lo dejé y llamé comunicando la mala noticia. Cambiamos los planes: intentaría arrancar más tarde y Gloria vendría a por ella.
Me fuí a Badajoz, a cambiar un tubo de la chimenea que había resultado más grande (significativamente) que los otros... que no encajaba bien, vaya. Cuando llegué, el vendedor tenía una intensa conversación con un cliente amigo al que habían, de alguna manera, estafado gravemente en lo laboral. Esperé pacientemente a que se desahogara (10 o 15 minutos, sin exagerar).
Fuí a consultar al taller sobre el episodio de las pinzas, me dijeron que tal vez me habría cargado el alternador y que si había invertido la masa, o algo así, podría salir ardiendo. La grua no podía venir, porque ha estado lloviendo todos estos días y podía quedarse atascada en el camino o dentro de la parcela. Además, la caravana estaba mirando al sur y hubiera sido difícil para la grua maniobrar para engancharla y ponerla mirando hacia la salida.
Volví al campo, donde Paco ya había llegado a terminar de colocar la chimenea. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que había hecho, cambiar los polos. Llamé de nuevo al taller, para reconocer mi error (que la vez anterior no había identificado... estaba absolutamente convencido de que había conectado el positivo con el positivo y el negativo con el negativo). Me dijo que intentara arrancarla, que me prestaban unas pinzas buenas. Fui por ellas, vine, arranqué a la primera y todo parecía ir sobre ruedas... una vez más la suerte me había sonreído y las cosas se arreglaban solas. La luz de la batería que se había quedado medio encendida, incluso después de sacar la llave de contacto, se apagó y parecía que el alternador cargaba. A pesar de todo, me acerqué al taller para que comprobaran que no había daño. No estaba el mecánico, hablé con él por teléfono y, como todo parecía ir bien, me "dió permiso" para continuar.
Había quedado con Gloria, a la que ya había dado la feliz noticia... ya podían irse a ver la lluvia en las playas de Portugal. Subimos hacia su casa, en Villa Adentro, al lado mismo del castillo... y me cogió un atasco en la calle principal de Alburquerque (que no tiene ni seis mil habitantes), de unos veinte minutos... tuvo que intervenir incluso la guardiacivil. Allí esperando pacientemente, sin poder parar el motor, porque no hubiera podido arrancar de nuevo, gastando el gasoil que no tenía... Total, que, un poco después, ya junto a la casa de Gloria, se me acabó el combustible y pude aparcar apenas. El sistema eléctrico se había quedado a cero, no había la menor señal al darle a la llave y no funcionaba ningún indicador.
Nos acercamos a la gasolinera a por algo de combustible, se lo echamos, me arriesgué a intentar arrancar cuesta abajo... pero... nada de nada, cero, ni ruido, ni un pequeño estornudo.
Cuando íbamos para el taller a avisar de que había dejado la autocaravana medio aparcada en Villa Adentro llamó Paco para decirme que, como me había dejado la cancela abierta, las vacas se había entrado y no querían salirse, que lo había intentado.
Cuando Gloria y yo llegamos al campo mis ansias de golpear vacas estaban muy altas. Cogí un buen palo, y Gloria el suyo, pero las vacas debieron darse cuenta de que estaba de mal humor porque corrían que se las pelaban. No pude ni rozarlas.
Ahora voy a hacer lo que debí haber hecho esta mañana: camilla/brasero, buena lectura y buena música de fondo... mientras contemplo los cielos grises y cómo llueve tan mansamente. Mañana será otro día.

2 comentarios:

Clara dijo...

Que bién, compañero, ahora mismito me hago segudora de tu blog...
jejeeje, me ha hecho mucha gracia, aqui he estado un rato riendome a costa tuya, que gracioso!!, y claro ya me he viciado y he estado leyendo las otras entradas, mu guenas! es como estar de conversación contigo, esta puede ser una buena forma de conversar en estos dias de brasero...
muchos besos
me alegro mucho de que estés tan alegre ultimamente

Ataecina dijo...

¡Es que te estoy viendo!. Pero ves?, no hay mal que por bien no venga, un día "aciágalo" ha dado como fruto un magnífico relato que bien vale sentarse, leer, escuchar música de fondo y quedarse roque en el sofá, con la tranquilidad de haber aprovechado el día excelentemenente.

Me alegra descubrir en ti ese fino sentido del humor literario, ahora sé a quién ha salido Marco.

¡Salud y pastillas de freno!...quiero decir: ante todo mucha calma.