miércoles, 28 de enero de 2009

La estratagema de las cigüeñas negras


En los alrededores de La Calera hay, al menos, una pareja de cigüeñas negras. Como sabéis estos tiernos animalitos abandonan cualquier lugar que esté contaminado o que tenga una presencia importante de humanos, esos crueles animalitos. Así que la presencia de cigüeñas negras en mi entorno me llena de orgullo y satisfacción. Vivo donde las cigüeñas negras. ¡Casi nada!
Pero después de esta primera reacción esponjosa... me surgieron un montón de dudas y sus consiguientes pesares. ¡Si las cigüeñas negras siguen así están condenadas a la extinción! Van a quedar muy pocos o ningún lugar donde no llegue la presencia abrumadora de la especie humana, esos crueles animalitos. Si siguen retirándose, ellas mismas se condenan a desaparecer...
En éstas estaba yo cuando tras uno de estos fuertes aguaceros que nos ha regalado el mes de enero (no me tengáis en cuenta el pareado) observé asombrado como una cigüeña blanca, a lo lejos, iba perdiendo imperceptiblemente su color. Echó a volar tranquilamente cuando yo me acercaba, pero, lo digo en serio, me pareció, en el cielo, ¡que era casi negra! No podía estar seguro, porque, como sabéis, la vista engaña, pero, al llegar al sitio donde había estado, justo en el prado que hay entre los dos primeros arroyos, ese sitio tan bonito donde algunas veces nos hemos reunido, vi una mancha blanca, como de cal, que se iba deshaciendo con el agua. No había lugar a dudas ¡había visto una cigüeña negra disfrazada de blanca!
Habrá racismo entre las cigüeñas, rezongaba para mis adentros. Y cuántas serán las cigüeñas negras blanqueadas... y para qué... y así sucesivamente.
Ahora viene la parte más increible. Pero la tengo que contar. Aunque para ello tenga que hacer público que oigo voces. Como lo oís. La gente mal pensada, que también hay en mi círculo, dice que desde que me estoy quedando sordo. No sé que pensar, porque la verdad es que no las oigo con claridad, sino mezcladas, entretejidas, con mucho viento, deshilachadas... pero lo que pude distinguir es esto.
No vamos a seguir siempre huyendo...ya está bien... cuando se quieran dar cuenta... que se creen... vamos a estar por todas partes... estamos indignadas... nos vamos a multiplicar... a organizar... (al final, como un trueno) esto sí que va a ser una revolución...
Ese día dormí estupendamente. Y, ahora, cada mañana me levanto con nuevos ánimos... y con una enorme e insensata sonrisa.
Sé que es difícil de creer, pero...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenas!!! Pues desde la calera mismo haré un comentario y te ayudaré en la tarea de poder ver a esas cigüeñas, que se tiñen para cambiar la huída.

Y me ha encantado leer la entrada de Días para quedarse en cama... y recordar a las vacas corriendo asustaditas por los gritos que metíamos jeje...

Un abrazo enorme, el blog es genial

Ataecina dijo...

¡No fuera malo que las cigüeñas se amotinaran!, que una mañana al levantarse se dieran cuenta de que los bípedos con chaqueta (ahora “descamisaos”) le están comiendo la moral y el territorio na más que por la cara. ¿Tú no crees que con ese pico, con na que se lo propusieran, no serían capaces de dejar títere sin cabeza?...¡aahhh, qué tontorronas son las cigüeñas!